dissabte, 8 de febrer del 2014

Miguel Hernández: tres poemas


1) MENOS TU VIENTRE

(Cancionero y romancero de ausencias, 1938-1939)

Menos tu vientre
todo es confuso.

Menos tu vientre
todo es futuro
fugaz, pasado,
baldío y turbio.

Menos tu vientre
todo es oculto,

menos tu vientre
todo inseguro,
todo postrero,
polvo sin mundo.

Menos tu vientre
todo es oscuro,
menos tu vientre
claro y profundo.



2) NANAS DE LA CEBOLLA 
(Cancionero y romancero de ausencias, 1938-1939)



 ( Dedicadas a su hijo, a raíz de recibir una carta de su mujer, 
en la que le decía que no comía más que pan: y cebolla) 
 . 
La cebolla es escarcha 
cerrada y pobre. 
Escarcha de tus días 
y de mis noches. 
Hambre y cebolla, 
hielo negro y escarcha 
grande y redonda. 
. 
En la cuna del hambre 
mi niño estaba. 
Con sangre de cebolla 
se amamantaba. 
Pero tu sangre, 
escarchada de azúcar, 
cebolla y hambre. 
. 
Una mujer morena 
resuelta en luna 
se derrama hilo a hilo 
sobre la cuna. 
Ríete, niño, 
que te traigo la luna 
cuando es preciso. 
. 
Alondra de mi casa, 
ríete mucho. 
Es tu risa en tus ojos 
la luz del mundo. 
Ríete tanto 
que mi alma al oírte 
bata el espacio. 
. 
Tu risa me hace libre, 
me pone alas. 
Soledades me quita, 
cárcel me arranca. 
Boca que vuela, 
corazón que en tus labios 
relampaguea. 
. 
Es tu risa la espada 
más victoriosa, 
vencedor de las flores 
y las alondras 
Rival del sol. 
Porvenir de mis huesos 
y de mi amor. 
. 
La carne aleteante, 
súbito el párpado, 
el vivir como nunca 
coloreado. 
¡Cuánto jilguero 
se remonta, aletea, 
desde tu cuerpo! 
. 
Desperté de ser niño: 
nunca despiertes. 
Triste llevo la boca: 
ríete siempre. 
Siempre en la cuna, 
defendiendo la risa 
pluma por pluma. 
. 
Ser de vuelo tan lato, 
tan extendido, 
que tu carne es el cielo 
recién nacido. 
¡Si yo pudiera 
remontarme al origen 
de tu carrera! 
. 
Al octavo mes ríes 
con cinco azahares. 
Con cinco diminutas 
ferocidades. 
Con cinco dientes 
como cinco jazmines 
adolescentes. 
. 
Frontera de los besos 
serán mañana, 
cuando en la dentadura 
sientas un arma. 
Sientas un fuego 
correr dientes abajo 
buscando el centro. 
. 
Vuela niño en la doble 
luna del pecho: 
él, triste de cebolla, 
tú, satisfecho. 
No te derrumbes. 
No sepas lo que pasa ni 
lo que ocurre. 



3) EL NIÑO YUNTERO 
(de Viento de Pueblo, 1936-1937)
. 



Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.

Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.

Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.

Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.

Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.

Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.

Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.

A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.

Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.

Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
revuelve mi alma de encina.

Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.

Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.

¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?

Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.

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